2014-12-01
Autor: Neri Daurella
Categoria: Historia
Identidad individual / Identidad de grupo grande ¿Qué podemos
aportar los psicoanalistas en tiempos de turbulencia y confusión?
Identidad individual / Identidad de grupo grande ¿Qué podemos aportar los psicoanalistas en tiempos de turbulencia y confusión?
En esta comunicación pretendo transmitir algunas reflexiones
que se me plantean, como
psicoanalista, a raíz del aquí y ahora que vivimos
no sólo en la relación con nuestros
pacientes sino en nuestro entorno relacional más amplio: en mi
caso, el entorno de Cataluña,
España, Europa. Y para comprender algo del aquí y
ahora, me parece útil empezar por
aportar algo de contexto histórico.
Esta conferencia de Cáceres se celebra en el año 2014, un
año cargado de aniversarios
relacionados con conflictos bélicos, que, naturalmente, siempre
son acontecimientos
traumáticos: hace 300 años, el 11 de septiembre de 1714,
entraban en Barcelona las tropas
borbónicas y se ponía fin a la Guerra de Sucesión
a la Corona de España con la instauración de
la nueva dinastía y el decreto de Nueva Planta; hace 100 años,
el 28 de junio de 1914, el
atentado en Sarajevo contra el heredero de la Corona Austro-húngara
fue el detonante para la
1ª Guerra Mundial; hace 75 años, el 26 de enero de 1939 entraban
en Barcelona las tropas
franquistas y el 1 de abril del mismo año finalizaba la guerra
civil española; y vale la pena
mencionar un acontecimiento más reciente: el 25 aniversario del
fin de la guerra fría, con la
caída del muro de Berlín, justamente el 9 de noviembre de
1989.
Sin olvidar que hace 75 años se inició la 2ª Guerra
Mundial, y murió Freud, el 23 de
septiembre de 1939, en su exilio londinense. Freud no era optimista sobre
la naturaleza
humana ni sobre el papel que el psicoanálisis podía desempeñar
para detener las situaciones
bélicas. Pero aportó muchas ideas para pensar sobre los
aspectos inconscientes que se
movilizan en situaciones de conflicto social, y en los 75 años
transcurridos entre su muerte y el
día de hoy, han sido muchos los psicoanalistas que han pensado
sobre estas cuestiones que
nos siguen afectando a todos.
Tal vez os preguntéis: ¿a qué viene ahora hablar
de aniversarios de conflictos bélicos? ¿Es
que nos encontramos en una situación pre-bélica? ¿En
Europa, en España, en Cataluña, hay
motivos para reflexionar sobre estas cuestiones? ¿No vivimos en
una democracia consolidada e
irreversible en los países de la Unión Europea? Y en España,
más específicamente, finalizada la
dictadura, ¿no disfrutamos del éxito de la transición
pacífica hacia la democracia de que nos
dotamos los españoles mediante la reconciliación nacional
de los dos bandos en lucha? ¿Tiene
sentido que una psicoanalista de identidad múltiple (catalano-española-europea)
hable de
temas de historia en Cáceres en el año 2014?
Hace unos meses, en Bilbao, tuve la oportunidad de asistir a un seminario
sobre el tema
Identidad, trauma y memoria que impartió otro psicoanalista
de identidad múltiple (turco-
chipriota-estadounidense), Vamik D. Volkan, que nos aportó una
experiencia digna de ser
tenida en cuenta y unos cuantos conceptos muy útiles para pensar
la realidad psico-social y
relacional de nuestro entorno presente.
Volkan es un psicoanalista nacido en Chipre, en el sector turco de la
isla, que ha ejercido
su oficio de psiquiatra y psicoanalista en Estados Unidos, y es profesor
emérito de la
Universidad de Virginia. En 1974, tras la división de la isla de
Chipre, su tierra, en dos sectores
(el griego y el turco), se interesó por estudiar la historia de
mil años de relaciones
turcochipriotas desde la perspectiva psicoanalítica, en colaboración
con un historiador.
Posteriormente, en 1977, el presidente egipcio Anuar el Sadat animó
indirectamente a los
psicoanalistas a involucrarse en el estudio de las relaciones internacionales,
cuando, en la
primera visita que realizaba un presidente egipcio al parlamento de Israel,
afirmó que el 70%
de los problemas entre árabes e israelíes eran de naturaleza
psicológica.
Animado Volkan, entre otras razones, por los escritos de Mitscherlich
(1971), que instó a
los psicoanalistas a salir de sus consultas clínicas y a formar
parte de un trabajo interdisciplinar
sobre aspectos sociales y políticos, fundó el Centro de
Estudios de la Mente e Interacción
Humana (CSMHI) en la Universidad de Virginia, que reunió hasta
2005 a psicoanalistas,
psiquiatras, ex-diplomáticos, politólogos, historiadores
y otros especialistas en ciencias sociales
y del comportamiento humano y trabajó en la aplicación directa
de conceptos psicoanalíticos a
conflictos étnico-nacionales, y en la facilitación del diálogo
entre grupos grandes para facilitar
la co-existencia pacífica, conduciendo diálogos extra-oficiales
en lugares como las repúblicas
bálticas, Gerorgia, Kuwait, Eslovaquia, Turquía, Alemania
y Estados Unidos, entre otros.
El trabajo en estos ámbitos le ha llevado a reflexionar mucho sobre
conceptos como los
de identidad individual e identidad de grupo grande, de símbolos
comunes de identificación, y
del proceso mediante el cual los niños van tomando determinadas
características físicas,
lenguajes, canciones de cuna e infantiles, comidas, bailes, creencias
religiosas, mitos,
banderas, entornos geográficos, héroes, mártires
e imágenes de sucesos históricos como
señas de pertenencia a la identidad de un grupo grande al que pertenecen
sus padres y las
personas importantes para ellos. Ya sabemos que en la base del sentimiento
de comunidad se
encuentran las identificaciones de sus miembros. Los niños que
tienen padres pertenecientes
a diferentes grupos grandes pueden vivir armónicamente siempre
que estos grupos convivan
sin mayores problemas, pero si se da un conflicto socio-político
entre estos grupos, éste puede
acarrear sufrimiento emocional y vivencias traumatizantes para los niños.
Que las personas que se sienten pertenecientes a un grupo grande (étnico,
nacional,
religioso
) compartan prejuicios acerca de los pertenecientes a otro
es un fenómeno humano
bastante común, y no necesariamente alarmante, aunque en momentos
de turbulencia
política o económica puede adquirir características
muy destructivas. Durante siglos, tribus o
grupos vecinos han tenido que competir por la comida, el sexo, y los bienes
materiales para su
supervivencia, pero a ello se han ido añadiendo fenómenos
psicológicos más complejos, como
el narcisismo de las pequeñas diferencias del que hablaba
Freud, la lucha por el poder, la envidia, la venganza, la humillación,
la sumisión, el sufrimiento y los duelos no elaborados. En 1930
Freud se refería a las comunidades que viven en territorios vecinos
y que están metids
en constantes feudos y ridiculizándose entre sí, y
ponía como ejemplos los españoles y los
portugueses, los alemanes del norte respecto a los del sur, los ingleses
respecto a los
escoceses, etc. Y Volkan, en 1988, habla de cómo las diferencias
más pequeñas entre grupos
grandes pueden vivirse como límites irrenunciables que separan
la identidad de un grupo
respecto a la del otro.
En tiempos de bonanza económica, los prejuicios pueden ayudar a
diferenciar el
nosotros de los otros de forma lúdica y adaptativa, pero en tiempos
de penuria el proceso
puede malignizarse: no es lo mismo la rivalidad deportiva entre equipos
de fútbol, por mucha
carga simbólica que conlleve, que la visión deformada del
rival como si perteneciera a otra
especie. Ya Erikson, que fue de los primeros psicoanalistas en reflexionar
sobre la cuestión de
la identidad, aportó la idea de que los seres humanos han evolucionado,
mediante algún tipo
de proceso adaptativo, hasta agruparse en tribus o clanes que llegan a
comportarse como si
perteneciesen a especies distintas.
En el momento actual de crisis económica y sistémica en
el ámbito mundial, pero más
concretamente en nuestro entorno más próximo (Europa, España,
Cataluña), los psicoanalistas
podríamos utilizar algunos conceptos que nos aporta nuestra disciplina
para tratar de
comprender fenómenos que de otro modo nos resultan difíciles
de digerir a nivel intelectual y
emocional. Por ejemplo, el de transmisión intergeneracional de
los traumas, o el de
reactivación de traumas escogidos para reafirmarse como grupo grande
en momentos de
incertidumbre angustiosa sobre nuestro futuro.
Volkan señala la utilización que hacen los líderes
políticos de los traumas pasados,
convirtiendo determinados hechos históricos en traumas escogidos
específicos para cada
grupo grande. En el plano del grupo grande, la gente necesita enemigos
para impedir que la
agresión se produzca dentro de su propio grupo. En tiempos de presión,
los grupos grandes
pueden padecer una regresión masiva, de manera que la ansiedad
vivida colectivamente de
forma inconsciente acabe condensándose en el temor al Otro.
Volkan denomina trauma escogido al hecho histórico
que eligen los líderes políticos
para convertirlo en el elemento más significativo de la identidad
del grupo grande: suele
tratarse de un hecho que reúna referencias a héroes y mártires
ancestrales, que sirvan para
vincular a los miembros del grupo grande. Los ejemplos de traumas escogidos
que aporta
Volkan se refieren siempre a hechos de muchos siglos atrás: por
ejemplo, la batalla de Kosovo
de 1389 para los serbios, la caída de Constantinopla en 1453 para
los griegos, o la batalla de
Culloden en 1746 para los escoceses. Las personas cuya heroicidad queda
vinculada a ese
hecho son totalmente mitificadas, se construyen monumentos conmemorativos,
y se estimula
la identificación de las generaciones posteriores con la tarea
pendiente de recuperar lo perdido.
Por supuesto, la dinámica del trauma escogido tiene
poco que ver con la historia
entendida como disciplina inscrita en el marco de las ciencias sociales:
se trata de una
utilización emocional al servicio de una ideología. Volkan,
junto con un historiador y
psicoanalista llamado Peter Loewenberg, acuña el concepto de ideología
de los derechos
para referirse a este tipo de ideología.
Las ideologías de la reivindicación de derechos hacen referencia
al sentimiento
compartido de recuperar lo que en la realidad y en la fantasía
se perdió durante el trauma
colectivo que evolucionó como trauma escogido y durante otros traumas
compartidos
relacionados con él. La ideología de los derechos se convierte
en una marca específica del
grupo grande, aunque puede adoptar nombres diversos según el caso:
El irredentismo
italiano, el cristoeslavismo serbio, o el excepcionalismo
americano de los estadounidenses.
Considero interesante utilizar los conceptos de Volkan para tratar de
comprender la
dinámica grupal en la que nos hallamos inmersos en nuestro país
desde hace unos años:
cuando digo nuestro país, hablo desde mi perspectiva
de identidad triple a la que me refería
al principio de esta comunicación. La Europa culta, que hacía
compatible el sistema capitalista
con un envidiable estado del bienestar para los trabajadores y las clases
medias, empieza a dar
señales de malestar. La globalización hace demasiado evidente
la insoportable injusticia del
sistema capitalista basado en lo especulativo-financiero, las clases medias
y trabajadoras ven
amenazada su seguridad, cada vez hay menos confianza en que los políticos
sean capaces de
poner coto a las llamadas elites extractivas o depredadoras:
paraísos fiscales perfectamente
tolerados, precariedad laboral, recortes en servicios básicos para
la vida de los ciudadanos,
creciente desigualdad entre unos pocos ricos y los muchos precarizados,
etc., etc. Dentro de
esta Europa, España, que estaba tan satisfecha del éxito
de su transición democrática y de su
desarrollo económico, cae en la cuenta dolorosamente de que el
gigante tenía pies de barro,
de que hemos apostado por una burbuja, el 25% de la población está
en el paro, la
desconfianza en los políticos se ha generalizado por las numerosas
evidencias de corrupción, y
nuestro sistema educativo coloca a nuestros jóvenes en la cola
de Europa. Y en Cataluña, tres
cuartos de lo mismo: estamos viviendo una gravísima crisis económica
y los efectos de unas
políticas llamadas de austeridad que se están
cargando las bases de nuestro modelo social:
En Cataluña cierran 10 empresas cada día; más de
900.000 personas están sin trabajo (sobre 7
millones y medio de habitantes); un tercio de la población vive
en situación de pobreza y hay
100 desahucios diarios. Las desigualdades crecen de forma obscena: una
minoría acumula
cifras astronómicas de dinero mientras aumenta la miseria, se recortan
las prestaciones
sociales y los derechos laborales, a la salud, a una enseñanza
de calidad para todos. Es una
catástrofe humana de grandes proporciones que nos ha dejado confusos,
con una inseguridad
y una desesperación crecientes, que obviamente repercute en la
salud mental de la población.
Y en momentos como éste es bastante típico que el grupo
grande cierre filas y se ponga a
la defensiva respecto a un enemigo exterior: estamos viendo
el auge de los partidos
nacionalistas en Europa, la actitud del sálvese quien pueda propia
de la mentalidad más
conservadora en España, y la inflación de la burbuja identitaria
en Cataluña.
He empezado nombrando varios aniversarios históricos que podrían
conmemorarse en
este año de 2014. Todos ellos merecerían ser objeto de reflexión
por parte de historiadores y
psicoanalistas. Por ejemplo, el recuerdo de la guerra del 14 nos podría
hacer pensar cómo los
obreros de la Renault y los de la Daimler-Benz fueron capaces de matarse
en una inacabable y
absurda lucha en la frontera francoalemana, olvidando todo lo que tenían
en común en plena
exaltación patriótica, hasta que la sensación de
sacrificio inútil se fue apoderando de los
soldados de ambos bandos y se multiplicaron los motines, las deserciones
y los fusilamientos
de desertores. Impresiona ver cómo en vísperas de aquella
guerra Freud escribía a un colega:
Por primera vez en treinta años me siento austríaco
La moral es excelente en todas partes
estaría a favor de la guerra con todo mi corazón si no supiera
que Inglaterra está en el otro
bando. y sólo un año después, en Consideraciones
de actualidad sobre la guerra y la muerte,
escribe: La guerra, en la que no queríamos creer, estalló
y trajo consigo una terrible
decepción.
Ha roto todos los lazos de solidaridad entre
los pueblos combatientes y amenaza
con dejar tras de sí un rencor que hará imposible, durante
mucho tiempo, su reanudación. Y
efectivamente, tras la primera guerra vendría la segunda, y los
horrores serían corregidos y
aumentados.
Curiosamente de todos estos aniversarios, el que se ha elegido en Cataluña
como
trauma escogido ha sido el más alejado en el tiempo
(300 años) recordemos que la enorme
lejanía en el tiempo es una de las características que Volkan
encuentra en los traumas
escogidos que él ha estudiado. Ni en Cataluña ni en
el conjunto de España parece haber
demasiada disposición para conmemorar otras fechas traumáticas
más recientes, por ejemplo,
las vinculadas a la guerra civil del 36-39, y reflexionar sobre ellas
para sacar alguna enseñanza
provechosa. Pero está claro que todavía viven testigos directos
e hijos de los mismos, y algunos
podrían desmentir las versiones ideológicas interesadas
de los que pretendieran hacer épica de
lo que fue una tragedia descomunal.
Stéphan Dion, un político de doble identidad quebequesa-canadiense,
autor de la Ley de
la Claridad en Canadá, dijo lo siguiente a propósito de
las identidades: En mi país, no hay que
contraponer dos nacionalismos: el nacionalismo canadiense frente al nacionalismo
quebequés.
Debemos, más bien, basar la argumentación a favor de la
unidad en el principio universal de las
identidades plurales. Las identidades se suman, no se sustraen. En un
país democrático, los
ciudadanos no tienen por vocación convertirse en extranjeros.
Cuando Einstein preguntó a Freud si cabía pensar en algún
medio indirecto para
desactivar en la medida de lo posible nuestra disposición a la
guerra, éste le contestó con dos sugerencias:
? Favoreciendo el establecimiento de vínculos afectivos entre las
personas, vínculos
que pueden ser de dos tipos: del orden de lo amoroso, y del orden de la
identificación, que subraya lo común más que lo diferencial
entre los humanos.
? Impulsando la evolución cultural desde el sistema educativo,
convirtiéndolo en una
estructura que favorezca el pensamiento independiente, la resistencia
a la
intimidación y la lucha por la verdad
La primera de las sugerencias me parece sumamente interesante, porque
va más allá de
la visión de un Freud cognitivista, del de hacer consciente
lo inconsciente como panacea,
supera la vieja falacia racionalista del saber es poder, y
conecta con aquel lema juvenil,
Haced el amor y no la guerra, que nos recuerda el papel central
de Eros, más que de la razón
o el conocimiento, en la lucha contra lo tanático presente en todos
nosotros.
La fantasía de que un psicoanalista perfectamente analizado está
por encima de las
identificaciones inconscientes con sus respectivos grupos grandes no se
corresponde con la
realidad: la historia de las pugnas entre tribus psicoanalíticas
es de todos conocida. Pero tal vez
se nos podría pedir que procuremos cultivar una actitud reflexiva,
autocrítica e investigadora
sobre nuestra propia implicación en estos fenómenos para
no contribuir a echar más leña al
fuego, Y también que nos impliquemos en el trabajo interdisciplinar
e intercultural, para no
perder nuestra capacidad de empatizar con el Otro y desactivar nuestros
prejuicios en la
medida de lo posible.
El psicoanálisis relacional destaca la importancia del contexto
sociocultural, de la
permanente aspiración a la validación consensual en las
relaciones, de la reflexión constante
sobre la calidad de nuestras interacciones. No se trata de transformar
al otro de acuerdo con
mi modo de ver la realidad, de imponer mi visión
sobre el otro ni de tratar de convertirlo a
mi fe. Ni a mi fe, ni a la fe de mi grupo grande, con el que me identifico
al 100%, y con el que
comparto prejuicios, proyecciones y atribuciones. Si tenemos bien asumidos
estos valores, tal
vez sería interesante que, igual que ha hecho Volkan, contribuyéramos
de maneras
imaginativas a la facilitación del diálogo entre los grupos
grandes que nos afectan y a la
superación del diálogo de sordos, muchas veces preámbulo
de males mayores.
REFERENCIAS
Daurella, N. (1994). Irracionalidad fundamental: la guerra, en De la Lama,
E.(comp.), En defensa
de la tolerancia. Crítica de los fundamentalismos. Barcelona: Esc.
Univ. Treball Social: La
Llar del Llibre, 73-80
Dion, S. (2014). Conferencia en la Facultad de Filosofía, Universidad
de Barcelona (10 3 14). www.ceir.org.es
Vol. 8 (2) Junio 2014; pp. 374-381 Erikson, E.H. (1950). Identity
and the Life Cycle. New York: International Universities Press
Freud, S. (2-8-2014). Carta a K. Abraham
Freud, S. (1915). Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte.
En Obras
Completas. Madrid: Biblioteca Nueva
Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. En Obras Completas. Madrid:
Biblioteca Nueva
Freud, S. (1932). El por qué de la Guerra. En Obras Completas.
Madrid: Biblioteca Nueva
Loewenberg, P. (1995). Fantasy And Reality in History. New York: Oxford
University Press
Mitscherlich, A. (1971). Psychoanalysis and agression of large groups.
Int. J. Psycho-Anal., 52:
161-167
Volkan, V.D. (1988). The Need to Have Enemies and Allies: From Clinical
Practice to
International Relationships, Northvale, NJ: Jason Aronson
Volkan, V.D. (2013). Psicología de las sociedades en conflicto:
diplomacia, relaciones
internacionales y psicoanálisis. Libro de consulta sobre la psicología
de los grupos grandes,
Barcelona: Iniciativas grupales.
Original recibido con fecha: 10-5-2014 Revisado: 30-5-2014 Aceptado para
publicación: 28-6-2014
NOTAS
1 Neri Daurella es Psicoanalista (Sociedad Española de Psicoanálisis,
IPA), miembro de IARPP - España. Dirección
de contacto: neri_dau@hotmail.com
Este artículo ha sido abstraído de CeIR. Clínica
e investigación relacional. Revista electrónica de psicoterapia.
http://www.psicoterapiarelacional.es/CeIRREVISTAOnline/Volumen8(2)Junio2014.aspx
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